Estaba un día, después del trabajo sentada en el sillón 🛋 de mi departamento. Esos días en que estás viendo una película, pero sin realmente ver nada. Con los pensamientos flotando 💭 en cualquier parte, sin ningún tipo de concentración.
Me sentía aburrida, me sentía encerrada. Y me pregunté, ¿salgo un rato al bar de la esquina? -no. ¿le digo a mis hermanos que vengan a cenar? -no. ¿me voy a dormir? -no. Todo no, no no. ¿Qué quería? me sentía como cuando vas a buscar “algo rico” a la nevera, pero no lo consigues. Porque no es hambre lo que tienes, es antojo. Es saborear algo dulce, en medio de la rutina normal e insípida de lo que llamamos “comer sano”.
Así me sentí. Sintiendo que tenía lo necesario, pero aún así me faltaba sabor.
Claramente, en esto de la mente, de las emociones, hay que trabajar. No es algo que se puede resolver en un día. Pero no lo dejé pasar, lo mantuve allí, pensándolo, ¿por qué me siento así?
Y así como en muchas otras situaciones de mi vida (espero dedicarle un post a contarles), hice la misión descarte. Porque muchas veces no sé lo que quiero, solo sé lo que no quiero 😩.
Así que comencé a descartar, lo más simple, lo mas… ¿superficial?
Me pregunté: ¿quiero un auto? 🚗 y no habían pasado dos horas cuando declaré que no. Que pereza tener un auto: no se conducir, no quería invertir tiempo en conducir, no me llama la atención tampoco. Que si sacar los papeles del auto, el mantenimiento, el seguro, el pato y la guacharaca. No, no, no. Eso no es para mí – al menos no en este momento de mi vida.
Siguiente pregunta: ¿quiero una casa? 🏠 y de esa pregunta solo obtuve otras miles de preguntas. ¿en donde tendría una casa?, ¿en Buenos Aires?, ¿por qué en BA y no en otro lugar?, ¿y como quiero que sea mi casa?, ¿me gustaría una casa o un departamento?, ¿y realmente la necesito?, ¿y que pasa si un día me quiero ir?, ¿una casa me podría arraigar más?, ¿y que pasa si yo la quiero diseñar?, ¿tendré que conformarme con “lo que consiga”?. Y así podría describir muchas más preguntas, que por mucho llegué a un “no” o un “no se” como respuesta. Otras ni siquiera puedo pensarlo aún.
Siguiente pregunta: ¿quiero una familia? 👨👩👧👦 pfffff no lo sé. El concepto de familia es algo en reconstrucción para mí.
Así que bueno, convengamos que esas son las tres preguntas básicas, superficiales, y comúnmente conocidas dentro del ámbito de la cultura donde fui criada. Porque en el concepto prehispánico del logro de una persona están esas tres cosas. La casa, el carro, los hijos y el perro.
Así que allí comenzó mi viaje, en la incomodidad de no saber qué quiero para mi vida. En el entender que las cuatro paredes de mi departamento no iban a resolver mis dudas. En que iba a tener que salir allí afuera, en búsqueda de algunas respuestas, que irónicamente están dentro de mi, pero hay que buscarlas. En que hay que escuchar a alguien mas para que te resuene a ti, hay que mirar con los ojos de otro, para que lo veas diferente. Hay que ir poniendose el zapato del otro para entender otras posturas.
Sabiendo que algún día partiría en esa nueva búsqueda, arrancó mi viaje: mi viaje interno. A lo desconocido de mi misma, para afrontar siempre con valor las decisiones que fuese tomando.
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